Ecos de una madrugada épica

León Gieco pisó el escenario Atahualpa Yupanqui a las cinco de la mañana y se fue a las siete, con la plaza casi llena y en estado de euforia. El músico de Cañada Rosquín homenajeó a Cafrune, a Zitarrosa y a Jara, entre otros, y tuvo su set power rock junto a D’Mente.

Suele contar León que la primera vez que tocó en Cosquín fue al amanecer. Estaba solo, recién llegado y alguien le pasó el dato de que había un “post” con nombre quechua: cacharpaya. Es, etimológicamente, algo así como acto de despedir o despedirse y, en este festival, era convite clavado cada vez que, años atrás, terminaban los números principales y la gente quedaba con ganitas de más. Costumbre aún vigente en las festividades andinas, aymaras o quechuas, en épocas de Carnaval, la cacharpaya, hoy, es más excepción que hábito en la Plaza Próspero Molina. Tal vez por la proliferación de peñas –cada una con sus propias “despedidas” bajo techo–, tal vez porque las superpobladas grillas de artistas que suceden cada noche impiden ajustar los tiempos. O tal vez, simplemente, ¿por qué no? Pero a León le vino el recuerdo. Eran casi las cinco de la mañana de ayer cuando el crédito universal de Cañada Rosquín pisó suelo caliente para catar una emotiva reversión de “La colina de la vida” con Abel Pintos y Andrés Giménez como segundos en voz, y eran casi las siete cuando, con el sol asomando entre las sierras, se despidió con el temblor sin igual de “Pensar en nada”, que extasió almas y cuerpos en una plaza casi llena... “Está bueno tocar a esta hora, porque se quedan todos los que se quieren quedar... es como tocar en la cacharpaya”, lanzó Gieco con las cámaras del 7 guardadas y un público al rojo vivo que, claro, no se iba a ir hasta que la despedida quedara totalmente consumada.

Dos horas en las que Gieco atravesó tres estadios bien delineados. Un primer momento dedicado a la mujer, en el que el cantautor, solo con su guitarra y armónica, entregó íntimas y entrañables versiones de “Solo le pido a Dios” (con imágenes de Mercedes Sosa monopolizando la pantalla led dispuesta a sus espaldas), “La cigarra” (en obvio tributo a María Elena Walsh), “Canción de amor para Francisca” y “La memoria” con speech visceral incluido (“para toda esa manga de asesinos y genocidas que deberían terminar en cárceles comunes toda la vida”), y un derrotero de imágenes que pendulaban entre Evita y Joni Mitchell, entre Estela Carlotto y Joan Báez; entre Rigoberta Menchú y Tania Libertad. Un segundo momento a tres guitarras –casi a la manera zitarrosana– y homenajes a héroes de la música popular: al mismo Alfredo Zitarrosa, “Zamba por vos” mediante; a Antonio Tormo, el cantor de las hermosas cabecitas negras de los ’50, con “Puentecito de mi río”, el vals cuyano que, de no haber ocurrido “El rancho e’ la Cambicha”, se hubiese transformado en el lado A de aquel folklore; a Jorge Cafrune, con una pieza clásica que inmortalizó el barbudo más amado de Cosquín (“Cuando llegue el alba”); a Atahualpa Yupanqui, pasado por el tamiz de Gieco (“La guitarra”); y a Víctor Jara, a quien el santafesino le compuso “Chacareros de dragones” no bien se enteró de que los sanguinarios hombres de Pinochet lo habían asesinado en el mismo estadio que hoy lleva su nombre.

Con un remanso a capella como nexo (“Cinco siglos igual”), el tercer momento Gieco recibió el alba con la munición pesada –a veces demasiado pesada– que le aporta D’Mente y, unidos por partida triple, trastrocaron el ritmo original de “El ángel de la bicicleta” –de cumbia a power rock–, le doblaron la electricidad a “La mamá de Jimmy” y antes de que “La maza” empezara a terminar una luna encendida –con toda la gente sacada, saltando arriba de las sillas–, incurrieron en otra vieja canción: “Todos los caballos blancos”.

El piso estaba caliente –resta aclararlo– porque, antes de Gieco, Arbolito había generado lo que muy pocos –más bien nadie– logran en Cosquín: diez minutos ininterrumpidos de exigencias de bis por parte de la popular. No hubo tal, pero quedó sellado el precedente. Tras el (cuasi) folklore teenager de Pintos, esta banda que hizo reencarnar el aura de Ian Anderson en valles, ríos y montañas de este lado del mundo, motivó un ida y vuelta con el público que mantuvo una pareja y altísima intensidad de principio a fin: “El sueño del pibe”, “Saya del yuyo”, “Estudio de charango”, “Baila, baila” y “Sobran”: uno mejor que el otro.

Hubo otros momentos para el disfrute en la tercera luna coscoína: Baglietto-Vitale haciendo “Naranjo en flor” y “El témpano”, o Roxana Carabajal con esa sensualidad tan natural, en voz y movimiento, que le fluye cada vez. También “lateralidades”: Walter Meza –¡cantante de Horcas!– poniendo su voz al carnavalito experimental de Hugo Bistolfi; Leandro Lovaro, el “Jumping Jack Flash de la Chacarera”, o el Student Lean, un grupo de country-speed estadounidense que, al nombrar el locutor su origen, no hizo más que provocar un diluvio de silbidos. “Si van a traer algún yanqui, por lo menos traigan a Dylan”, fue la sentencia de una hippy folk no muy contenta con la situación. Confórmese, mujer: Bob, o su espíritu, había sobrevolado el cielo de Cosquín vestido con otro ropaje y la misma electricidad que provocaron los proyectiles en Newport, hace 46 años. Algo es algo. Y mucho es algo más... sólo hay que saberlo ver.

Fuente: Cristian Vitale-Pagina12
Desde Cosquín

U2 agregó un tercer show en La Plata

U2 agregó un tercer show en La Plata debido a que las localidades se agotaron para las primeras dos presentaciones. Las entradas se comenzarán a vender desde el martes 18 de enero.

Un tercer y último show de U2 en La Plata fue confirmado por Live Nation Global Touring y Time For Fun. La banda irlandesa se presentará también el domingo 3 de abril, ya que las entradas para los shows programados del 30 de marzo y el 2 de abril en el Estadio Único de La Plata ya se agotaron.


El tercer y último show que agregó U2 en su paso por Argentina con el tour U2 360º también se realizará en el Estadio Único de La Plata, ubicado entre las Avenidas 32, 25 y las calles 526 y 21 de esa ciudad. Para las entradas habrá dos preventas el 17 y 18 de enero, y el miércoles 19 se abrirá la venta a todo el público.


La primer preventa para el tercer show de U2 en La Plata será el lunes 17 de enero a través de la web de la banda, u2.com/tour/presale desde las 10 de la mañana a las 10 de la noche, exclusiva para quienes se suscriban en el sitio. El martes 18 será el turno de preventa de entradas para los clientes del Banco Francés, de 10:00 a 20:00 a través de ticketek.com.ar o llamando al (011) 5252 2282, con un stock total de entradas disponibles de 27.643.

Maria Elena

“Siempre contradije la ocurrencia de que con la poesía o con el arte o las letras de las canciones se podía modificar a las personas, inculcarles algo, ser docentes. Nunca me sentí atraída por ideas como ésa. Y eso se ve en mis trabajos para chicos, en donde alcanza con usar un lenguaje rico y que los versos estén bien medidos para cumplir con la ‘docencia’. Nunca pensé que hiciera falta agregar moraleja al final de una canción ni decirles a los nenes que se porten bien. Nunca me interesó ponerme en el papel de madre.”

Maria Elena Walsh

Emir Kusturica & The No Smoking Orchestra

En los años 80’ Emir Kusturica, junto con otros amigos forman el grupo «Zabranjeno Pušenje» que significa Prohibido fumar/No Smoking en la lengua serbo-croata. Siguiendo la corriente «Nuevo Primitivismo» (surgido luego de la muerte del Mariscal Tito, líder-patriarca de la Yugoslavia de posguerra), desarrolla un estilo propio llamado Gypsyrock, con mucha sátira a la política y a los musulmanes bosniacos, con lo cual tuvieron muchos problemas por razones religiosos y políticos. En e año 1990l líder de la banda Nenad Janković („Nele Karajlić“ ) se fue a Belgrado un poco antes de que estallara la guerra y es aquí donde forma la nueva No Smoking Band,

The No Smoking Orchestra es una especie de compresor de la tradición regional, procesadora de la influencia que ejerció en Yugoslavia la música árabe, hindú, rusa, griega, italiana. Comandado por su cantante –Dr. Nele Karajlić–, el grupo pasó por surrealismo y sarcasmo todos esos sonidos, los reforzó con una armadura rock y definió su esqueleto de criatura de los Balcanes de entreguerra: quilombera, gritona, inspirada. Al igual que los personajes filmográficos de su guitarrista, la No Smoking no conoce el silencio, ni los términos medios. Ampulosa, pasional, siempre parece al borde de los precipicios musicales. Kusturica se unió al grupo por primera vez en 1986, como bajista, poco después de adjudicarse la Palma de Oro en Cannes por su largometraje» Papá está en viaje de negocios» . La banda grabaría dos discos antes de la separación (Greetings from safari land y A little story of a great love), pero entretanto Kustarica se consagraría con «El tiempo de los gitanos «(1989), una historia de amor y (des)lealtades en torno de un clan de zíngaros mafiosos que resume lo mejor de su estilo, poderosamente sensible y original.
Luego vendrían «El sueño de Arizona» (su incursión a la liga de las estrellas de Hollywood), «Underground» (su toma de posición más explícita, y polémica por cierto, respecto de la tragedia yugoslava) y «Gato negro, Gato blanco», cuya banda sonora corre por cuenta de la No Smoking, que venía de rearmarse en 1994 con la incorporación del baterista Stribor Kusturica, hijo de Emir. Puede decirse que» Gato negro, Gato Blanco» incluye el primer hit internacional del grupo: ahí se ve a ese repugnante gitano mafioso, cocainómano y traidor, colocarse cada vez que estalla el estribillo de “Pitbull Terrier”, que sus autores bautizaron como el sonido “Unza Unza”-mezcla punk, funk, ritmos gitanos, jazz y otros estilos que hacen a este estilo único e irrepetible.